The White Cube os tiene secuestrados y no descansará hasta sacaros toda la información sobre The Rombo Code, organización para la que trabajáis. ¡Los secretos mejor guardados de la humanidad dependen de vuestro silencio!
Nombre de la empresa: The Rombo Code
Nombre de la sala: Tras el espejo
Número de jugadores: 3-6 personas (con opción a combate)
Precio: 56-144€ por sala (en función del número de jugadores, con un máximo de 12)
Duración: 60 minutos
Hacía años que Manu y yo no volvíamos a The Rombo Code y todavía teníamos pendientes dos de sus primeras salas: El Misterio de Don Quijote y Tras el Espejo. Sabíamos que ambas salas tenían su rodaje y que, probablemente, se nos quedarían un tanto antiguas teniendo en cuenta la rápida evolución que han sufrido los Escape Room en la capital. Aún así, la curiosidad que sentíamos por algo que María nos había comentado sobre Tras el Espejo fue suficiente para reunir al resto del equipo Escapaditos y decantarnos por esta última sala. Aquello fue el principio de una experiencia un tanto... peculiar. Si queréis saber por qué, seguid leyendo. ¡No tiene desperdicio!
La reserva
La reserva se lleva a cabo a través de la página web, donde podréis encontrar información detallada de cada uno de los juegos disponibles en The Rombo Code. Entre todos esos datos se incluye la dificultad de la sala expresada en porcentaje, algo que os puede servir de ayuda a la hora de elegir una u otra en función de la experiencia de vuestro grupo. Para hacer la reserva solo tendréis que seleccionar el día que queréis ir a jugar y se os desplegará un listado con todas las salas que tienen abiertas al público y las horas a las que podéis reservarlas. Una vez seleccionada la que vosotros queréis, debéis elegir el número de jugadores y abonar la cantidad al completo en ese momento. Si no sabéis cuántos vais a ser, tenéis la posibilidad de pagar únicamente una señal de 25€ y abonar el resto el día de la partida.
Local, historia y objetivo
The Rombo Code cuenta con dos locales, por lo que es importante que reviséis bien el correo de confirmación para ver a cuál de los dos tenéis que ir. En nuestro caso, fuimos citados en el local de la calle Meléndez Valdés, situado a unos cinco minutos andando de la parada de metro Quevedo (Línea 2) y a diez minutos de San Bernardo (Línea 4). A pesar de la cercanía del transporte público, y puesto que la primera ola infernal del verano había llegado a Madrid, decidimos ir fresquitos en el coche con tan buena suerte que aparcamos prácticamente en la puerta. Si vosotros también optáis por ello, tened en cuenta que se trata de una zona de pago.
Como llegamos con unos minutos de antelación, esperamos fuera a que llegase la hora de la reserva. Durante el tiempo que estuvimos en la calle, vimos a varios grupos salir y entrar del local como si aquello fuese la discoteca del momento. ¡Menuda organización tenían que tener para que todas esas personas no coincidiesen en el hall! Cuando por fin llegó el momento de entrar, nos dimos cuenta de que esa organización brillaba por su ausencia. De repente, parecía que habíamos entrado en un after. El hall estaba repleto de gente (despedidas de soltero/a, grupos numerosos de amigos...) alzando las voces unos por encima de otros para hacerse oír. ¡Y allí nadie les pedía silencio o que bajasen el tono! ¿Estamos en un Escape Room o en el patio de un colegio a la hora de repartir el bocadillo de nocilla? La primera impresión que nos llevamos fue basante mala, pero la cosa no mejoró... Enseguida vino nuestra Game Master para recoger a sus nuevos clientes (complicidad Game Master-jugador absolutamente nula) y nos condujo por un largo pasillo hasta la antesala que tienen para dar las intrucciones de Tras el Espejo.
Dicha antesala, en lugar de con paredes por los cuatro lados, cuenta con una especie de reja carcelaria que da al baño, de modo que por el pasillo que los separaba no dejaba de desfilar gente como si no hubiese un mañana. Por supuesto, los gritos de la entrada seguían escuchándose, unidos ahora a las conversaciones de todos aquellos que iban y venían del aseo. Os podréis imaginar que en esa situación apenas escuchamos a nuestra Game Master explicarnos las normas de la sala (muy dispersa ella, para qué nos vamos a engañar) y, mucho menos, el audio del vídeo explicativo con la historia de la sala. Si os podemos contar que éramos miembros de The Rombo Code, una organización secreta que vela por los tesoros y secretos mejor guardados de la humanidad, y que habíamos sido secuestrados por nuestros enemigos, The White Cube, para sacarnos toda la información posible por medio de la tortura psicológica es gracias a que lo leímos previamente en su web. Una vez terminado dicho vídeo, seguimos las instrucciones de nuestra Game Master y entramos por fin en la sala.
Ambientación y juegos
Lo que más agradecimos al entrar en la sala fue el silencio, por fin podíamos concentrarnos en lo que habíamos ido a hacer sin estar pendientes del ruido de fuera. A lo largo de la partida jugaréis en dos zonas claramente diferenciadas, siendo una de ellas más aséptica y futurista y la otra más antigua y desvencijada. La decoración, aunque algo escasa, cumplía su función y era acorde al estilo de cada una de las habitaciones. ¡Hasta la forma de refrescar el ambiente dependía de dónde te encontrases! Imaginamos que estábamos en la base secreta de The White Cube, pero tampoco es algo que nos especificaran antes de entrar ni vimos ningún elemento en el interior de las salas que hiciese referencia a ello. Sin embargo, encontramos ciertos mecanismos en la habitación más antigua que creemos que desentonaban allí por dos motivos: el ambiente que se quería transmitir y la historia de la misma.
Tras el Espejo, a pesar de su antigüedad, se trata de una sala tecnológica repleta de mecanismos. Los únicos candados que tendréis que abrir son de llave y están situados en emplazamientos lógicos. La colaboración entre los miembros del equipo será esencial en la primera parte del juego, aunque hubo algún enigma que pudimos resolver sin la ayuda del resto cuando realmente ha sido diseñado para lo contrario. No lo hicimos así con la intención de hacer trampas y ganar tiempo, sino porque está ideado de forma que parece que lo que estábamos haciendo estaba bien y que realmente así era como se solucionaba. Esto hizo que nos saltásemos un paso importante para resolverlo, de modo que algunos miembros del equipo no pudieron hacer gran cosa durante esa parte. La dificultad general de los juegos no es muy elevada, aunque hubo un par de ellos que pueden generar algún que otro quebradero de cabeza si no prestáis atención y os repartís la tarea entre varias personas.
Las pistas se dan a través de una pantalla una vez que el equipo al completo hace algún tipo de señal con los brazos delante de las cámaras. Esto nos hace pensar que no cuentan con audio en el interior de la sala, algo que nos parece fundamental para saber en todo momento en que situación se encuentra el jugador. Nuestras sospechas se vieron confirmadas cuando en alguna ocasión estuvimos agitando los brazos delante de la cámara cual Melody con los gorilas y allí nadie nos decía nada. Intuimos que la Game Master no estaba tan pendiente de la pantalla como debería y, al no tener audio, tampoco podía estar escuchando que queríamos una pista. Esto hizo que perdiéramos bastante tiempo, sobre todo hacia el final de la partida, cuando los jugadores descubren algo que, sin duda, es el punto fuerte de la sala... cuando sale bien. Aquel día lo único que consiguió "aquello" fue crear unas expectativas que se vieron desinfladas del tirón cuando vimos que habíamos salido de la sala sin que hubiese ocurrido nada de lo que tendría que haber ocurrido y, además, hubiese juegos que ni siquiera habíamos tenido que hacer.
Cuando por fin salimos a falta de un par de minutos, nadie estaba allí para recibirnos. Nos vimos de nuevo en la antesala por la que habíamos entrado completamente solos. Así seguimos durante un rato, llegando a pensar incluso en salir nosotros a la recepción por nuestra propia cuenta. Al rato, que se nos hizo eterno, apareció nuevamente nuestra Game Master (más dispersa si cabe que antes) y nos miró en plan: anda, pero si tenía unos jugadores en la sala, se me había olvidado. En ese momento le preguntamos por aquellos juegos que se habían quedado sin hacer y, sobre todo, por ese factor sorpresa que en nuestra partida había brillado por su ausencia. Fue gracioso ver cómo lo justificaba diciendo que igual es que habíamos reservado con tan poca antelación (refiriéndose al mismo día o menos) que "eso no se había podido hacer". Os diremos que habíamos reservado unos cinco días antes. Una vez conscientes de lo que era y su funcionamiento, creemos que todo fue por un error que tuvieron cuando reservamos, pero perfectamente se podría haber solucionado antes de haber entrado en la sala. No os diremos cómo para no daros pistas, pero hasta un niño pequeño podría haberlo hecho.
¿Lo conseguimos?
Sí, conseguimos nuestro objetivo a tiempo, pero os podéis imaginar cómo salimos de allí. Con la adrenalina por los suelos y la sensación de habernos quedado a medias tanto jugando como con el Pre-game y el Post-game. Tras hacernos la fotografía de grupo, nos fuimos sin haber disfrutado de una experiencia que salió mal por la sencilla razón de que no lo quisieron hacer bien.
Valoración y puntuaciones
- A destacar: Si hubiese salido bien, es cierto que existe un elemento sorpresa que supone un plot twist en toda regla para los jugadores haciendo que la sala sea más divertida.
- A mejorar: Indudablemente, más allá de las carencias o errores que tengan los juegos en sí, es necesario trabajar el trato al jugador desde que entra hasta que sale por la puerta. Solo nos hemos sentido así en otro local de Madrid y no es una sensación agradable. También incluiríamos audio dentro de la sala, es muy frustrante saber que no te están escuchando cuando lo necesitas y, por tanto, no hay un feedback adecuado entre Game Master y jugador. Se pierde mucho tiempo en hacerte entender a través de mímica y otro tanto en recibir la información adecuada.
Opiniones de otros jugadores: TripAdvisor
Datos de contacto:
Local 1: C/ Fernández de los Ríos, 70. 28015 Madrid
Local 2: C/ Meléndez Valdés, 18. 28015 Madrid
91 756 93 51
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